El pasado viernes 1 de julio de 2022 terminó la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, la cual se celebró en Lisboa (Portugal) a lo largo de toda la semana. La Conferencia contó con la participación de 6000 personas, entre los que estaban 24 Jefes de Estado y 2000 representantes de la sociedad civil.
En el marco de la Conferencia, se reconoció el fracaso colectivo en lo que respecta a la consecución de los objetivos relacionados a los océanos. Además, se pusieron de manifiesto cuáles son los problemas de mayor gravedad que aquejan a los océanos en la actualidad: erosión de las costas, la subida del nivel del mar, el calentamiento y acidificación de las aguas, la contaminación marina, la sobreexplotación de las poblaciones de peces y la disminución de la biodiversidad marina.
En este contexto, y luego de que el Secretario General adjunto de la Conferencia expresara que se encuentran “profundamente alarmados por la emergencia global a la que se enfrenta el mar”, se decidió suscribir en nuevo documento. Este reconoce también que el cambio climático es “uno de los mayores retos de nuestro tiempo”, y la necesidad de “actuar con decisión y urgencia para mejorar la salud, la productividad, el uso sostenible y la resiliencia del océano y sus ecosistemas”.
Este documento se suma al Acuerdo de París, el Pacto Climático de Glasgow y la declaración de la Asamblea General de la ONU de 2017 que proclamó el período 2021-2030 como el “Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible”, para exhortar a la comunidad científica y los gobiernos a acentuar la investigación en la temática.
En consecuencia, la sumatoria de documentos sobre el tema del estado de los océanos pone de manifiesto, por un lado, la existencia de una problemática real que amenaza el mundo en el que vivimos y, por otro, la incapacidad de todos los gobiernos capitalistas de solucionarla. Hablamos de medidas en su mayoría obsoletas o que, sobre la base de un análisis idóneo, nunca llegan a aplicarse porque lo que prima es la ganancia de las corporaciones privadas. Por ese motivo, desde Ambiente en Lucha sostenemos que la única salida para ponerle un freno al cambio climático y proteger nuestros océanos pasa por transformar el modo de producción capitalista-imperialista que rige actualmente.