El miércoles pasado, luego de declarar que “el cambio climático es un peligro claro e inmediato, y una amenaza existencial para nuestra nación y el mundo”, el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, prometió una inversión de 2.300 millones de dólares para combatir el cambio climático.
En su discurso, el cual fue dado desde una central eléctrica de carbón, sostuvo: “Como presidente, tengo la responsabilidad de actuar con urgencia cuando nuestra nación se enfrenta a un peligro claro.”
Es poco más lo que se conoce respecto al destino que se le dará a los fondos, que serán tramitados por medio de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. Un alto funcionario de esta entidad sostuvo que el objetivo del desembolso de dinero es “Ayudar a las comunidades a aumentar su resiliencia ante un amplio conjunto de impactos climáticos, incluidas las olas de calor, que son particularmente destacadas”
Lo que es un hecho es que las meras promesas de supuestas inversiones que no vienen acompañadas de un plan que implique el cambio en el sistema de producción nada hacen para poner un fin a la crisis climática.