Escribe: Redacción Ambiente en Lucha
Ante una nueva convocatoria mundial a movilizarse contra Bayer-Monsanto, entrevistamos a Mercedes García Carrillo, becaria postdoctoral del CONICET y docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la UBA. La convocatoria en CABA es el viernes 19/5 a las 17hs desde el Obelisco y hacia el Ministerio de Salud.
AEL: ¿De dónde surge y que evidencia existe del carácter tóxico y envenante de los productos de Monsanto como el glifosato?
MGC: Para entender un poco más tal vez quién es Monsanto, habría que remitirse a su historia, dado que si bien es una empresa que ahora fue fucionada con Bayer, una multinacional química incluso de mayor envergadura, Monsanto tiene más de 120 años de historia, primero dentro de toda la rama química y sobre todo es muy reconocida por haber generado algunos de los pesticidas más tóxicos que la humanidad conoce.
Sin ir más lejos, es reconocida por haber desarrollado los PCB, o policloro bifenilos que son agentes químicos que fueron usados como transformadores, formando parte de muchos solventes, productos en general que hoy se encuentran totalmente prohibidos, justamente porque se demostró que eran agentes carcinogénicos. Ellos desarrollaron el insecticida DDT, que también se conoce muy bien su potencial toxicológico y los daños sobre todo a nivel embriológico y de desarrollo que este insecticida produce en los seres humanos. También son conocidos por haber generado el Agente Naranja, que es defoliante, combinación de dos herbicidas que se usó como arma química durante la guerra de Vietnam. Y es su producto tal vez más conocido, el Roundup que es un paquete a base del herbicida glifosato.
El glifosato es el herbicida más utilizado a escala mundial, y en particular en países como Estados Unidos, Brasil y Argentina. El Roundup es la suma del glifosato con distintos adyuvantes o surfactantes, que son los que permiten que la molécula que ejerce la acción del herbicida sea dispersada. Si bien, los estudios toxicológicos demuestran que en sí el glifosato es una molécula con capacidad tóxica, con capacidad de disparar la muerte celular, la apoptosis y otros fenómenos en las celulas que están asociados al desarrollo de enfermedades como el cáncer y enfermedades neurodegenerativas, se ha visto además que los surfactantes, sobre todo un grupo que se llama POEAs, que es un grupo químico de unas aminas polietoxiladas, que son incluso más tóxicas per se que el glifosato, haciendo del combo un producto completamente peligroso. En los últimos años, los estudios de toxicología, más bien se han enfocado en los efectos de estas distintas POEAs sobre los fenómenos de muerte celular, proliferación celular y señalización celular, y determinar justamente su potencial como agente genotóxico, mutagénico o capaz de producir la desregulación de genes importantes para las células humanas y animales. Se ha visto que tanto el glifosato como estas POEAs tienen la capacidad de inducir estos fenómenos, siendo la de los surfactantes incluso mayor que la del glifosato.
AEL: ¿Qué investigaciones existen en nuestro país al respecto? ¿El Estado tiene algo que avale el uso masivo de estos agrotóxicos?
MGC: En este caso sería interesante empezar analizando cuál es la ubicación de Argentina en la cadena de producción de conocimiento científico. Hay que entender que Argentina, como parte de la “división internacional de trabajo”, es principalmente un país agrícola, que se encarga de producir materias primas que son luego aprovechadas por otros países que las industrializan, o las usan como parte de su cadena de industrialización. En ese marco, a lo largo de los años, como parte de los planes de lo que se conoce como parte de la “Revolución verde” y los planes imperialistas de Estados Unidos para Latinoamérica, junto a la burguesía agraria local, lo que fueron planeando es ir tecnificando más al agro, que tuvo un paralelo en el desarrollo de la agrobiotecnología, como campo en el que se combinan la biotecnología, la genética y las “mejoras” en el campo de la agricultura. Como parte de todo ese proceso, Argentina pasó a ser una especie de laboratorio a gran escala, y en particular, para el uso de semillas u organismos genéticamente modificados que se usan en conjunto, en un paquete tecnológico, con herbicidas o pesticidas según el caso. Esto se da, como dije, en la década del 90′, y ayudado por medidas que llevan a una desregulación del mercado de generación de semillas local, y a una pérdida de controles por parte del Estado. En ese marco, nuestro país se convierte en el primero, en introducir y aprobar la soja resistente al glifosato, o más bien al paquete Roundup, que es la soja “Roundup Ready”.
Hay que entender que en los sucesivos cambios de gobiernos hay una continuidad en el discurso que plantea que Argentina tiene que pasar a “generar productos agrícolas con valor agregado”, entonces, como parte de eso, actores tales como el INTA, CONICET, Ministerio de Ciencia en sus distintas versiones, hacen parte de esta política de productos agrobiotecnológicos como su núcleo, su centro. Y si bien esto se da, en paralelo, surgen voces dentro de la misma academia, o sector científico, que cuestionan porque se están introduciendo estos productos sin llevar a cabo los controles o pruebas de toxicidad adecuadas. Probablemente, la voz más conocida de este sector de la academia, la representa el doctor Andrés Carrasco, que en 2010 saca un trabajo con su grupo que demuestra que un herbicida a base de glifosato es capaz de producir defectos en el desarrollo embrionario de ranas. Por otro lado, otros grupos de la Universidad Nacional de La Plata, demustran que herbicidas a base de glifosato y otros productos habitualmente usados son capaces de generar justamente daños citogenéticos (Nota: daño irreversible al ADN) y genotóxicos sobre una gran variedad de células humanas o anfibios o peces. También vale mencionar, que hay otro grupo muy importante que es el Laboratorio de Ecotoxicología de Anfibios de la Universidad Nacional del Litoral, que ha estudiado el efecto del glifosato, en particular en combinación otros herbicidas, insecticidas y microplásticos, en el desarrollo de anfibios, observando que tiene el efecto de perturbar el desarrollo de todo este tipo de animales.
Desde el Estado argentino, la política fue dar vuelo al uso de este tipo de semillas y herbicidas, y en un momento, como parte de la gestión de CONICET de Lino Barañao (Nota: luego ministro de ciencia de Cristina Fernández de Kirchner y de Mauricio Macri) se junto un panel de especialistas y se generó un informe sobre el uso del glifosato donde claramente se minimizaron todas las pruebas y estudios que había respecto del potencial efecto toxicológico de este herbicida. Esto sucedió en 2009, lo cual tiene un paralelismo con lo que pasaba en Argentina en ese momento, es decir, es imporante remarcar que no pasó durante los 90′, sino bien entrado en los gobiernos kirchneristas.
AEL: ¿Cómo intervienen este tipo de empresas dentro del campo científico para validar sus productos?
MGC: En el informe de CONICET que comentamos recién, los autores que le pusieron la firma, lo que hicieron fue basarse en los informes mismos que hizo Monsanto para demostrar la no-toxicidad y no-carcinogenicidad del glifosato, pero estos estudios son incompletos. Hay un montón de estudios relacionados al desarrollo de cáncer, o el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares que no fueron contemplados como parte de aquellos estudios, que a veces se hacen en condiciones hiper controladas, que no son un reflejo de lo que puede pasar cuando esos agentes tóxicos se combinan con otros agentes como puede ser la radiación solar, u otros agentes contaminantes a los cuales también animales y humanos pueden estar expuestos. Se basó entonces, en informes además que tienen una buena cantidad de años, vale aclarar que nunca fueron actualizados.
Ésto ha pasado también para otros herbicidas, habiendo otras empresas que también llevan a cabo informes sobre el potencial toxicológico de sus productos financiando investigaciones de grupos que no son de la empresa, o con los propios autores de los estudios pertenenciendo a la propia plana de las mismas, como es el caso de Syngenta, que es otra compañía de pesticidas a gran escala, sería como la número dos del mercado si ubicáramos hoy a Bayer en el número uno, es algo medio difícil de establecer. Syngenta hace exactamente lo mismo con su producto que es el Paraquat que es un herbicida que en buena parte del mundo está prohibido porque directamente cuando las personas lo ingieren, sea accidentalmente o no, a las pocas horas causa muerte y falla multiorgánica. Entonces, es realmente así muy difícil establecer si estos estudios son parciales o están sesgados, porque claramente faltan aspectos a analizar, porque si lo hicieran claramente saldría a la luz lo que muestran muchos grupos de trabajo que sí hacen esos estudios y encuentran que hay efectos toxicológicos al largo y al corto plazo.
AEL: Y en tu caso en particular, ¿Qué tipo de investigaciones estás realizando sobre estas problemáticas?
MGC: Yo me formé como biológa y luego me doctoré en Ciencia Industrial, y como parte de mi trabajo de posdoctorado, estudio el efecto de estos herbicidas sobre la salud animal y humana, en una perspectiva que se conoce como “Biología de Sistemas”, que combina los aportes de distintas áreas de la biología como la biología informática y los ensayos experimentales en laboratorio, lo que se conoce como in vitro, para poder revelar justamente cuál es el potencial toxicológico de distintos herbicidas. Actualmente me encuentro haciendo eso, mi foco está puesto en vías de señalización celulares humanas que se desregulan en casos de ciertas enfermedades como el cáncer, y entonces me encargo de estudiar cómo los herbicidas son capaces de interactuar con esas vías de señalización. Pero también lo hago desde una perspectiva más amplia, donde desde mi grupo también estudiamos cuáles son los efectos de los agronegocios o de la política científica a la hora de marcar prioridades, agenda de investigación. Nuestro grupo involucra esa dimensión, y la dimensión de lo socioambiental, a la hora de estudiar qué agentes son capaces de causar enfermades tales como el cáncer en humanos y animales.
Como parte de ese trabajo, fui co-primera autora de un artículo (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0249661) en la revista PLoS ONE (Q1, IF 2021: 3.752), cuyo objetivo fue analizar los contenidos y actores claves de la agenda de investigaciones en salud y biomedicina a nivel mundial haciendo uso de técnicas de análisis bioinformático (Testoni et al., 2021). Uno de los principales hallazgos de este trabajo fue que la agenda de investigaciones en salud margina el rol de la dimensión ambiental y de la prevención a la hora de estudiar las enfermedades. Como continuación de esta línea de trabajo, integro un equipo de trabajo interdisciplinario que ha publicado un artículo (https://doi.org/10.1016/j.heliyon.2022.e11481) en la revista Heliyon (Q1, IF 2022: 3.776) -de cual soy primera autora- analizando la agenda de investigación en salud y biomedicina del CONICET (García Carrillo et al., 2022). Los resultados de este trabajo revelan que el estudio de los factores ambientales que afectan la salud tampoco ocuparía un rol central en la agenda de investigación del CONICET, hallándose además que aquellos términos relacionados a la agrobiotecnología y la industria alimenticia se encuentran más representados en la agenda del CONICET que en la global. Ambas publicaciones fueron objeto de múltiples entrevistas en medios de comunicación argentinos e internacionales (Página 12, Nexciencia, Agencia TSS, Radio Provincia, Radio La Tribu, entre otros).
Nuestro grupo explora diferentes dimensiones asociadas al conjunto de patologías que reciben denominación de cáncer. Por un lado, combinamos biología molecular y de sistemas del cáncer con bioinformática para estudiar la transmisión de la información en células tumorales. Analizamos cuáles son los mecanismos moleculares clave para la toma de decisión y la determinación del destino celular y qué información nos permite explicar y predecir la resistencia a drogas anti-tumorales. Para ello utilizamos reporteros fluorescentes que nos permiten analizar la localización subcelular y las dinámicas de activación de proteínas de señalización celular en células individuales y en tiempo real, así como la variabilidad célula-célula. Además, analizamos mediante modelos matemáticos el rol que puede tener el cáncer a nivel poblacional y evolutivo.
Por otro lado, nuestro grupo estudia cómo diversos contaminantes ambientales -tales como los herbicidas- influyen en el desarrollo de procesos de estrés, muerte celular y en el surgimiento de perturbaciones en la salud humana y animal, incluyendo el conjunto de patologías que reciben en su conjunto la denominación de cáncer. Nuestro enfoque metodológico integra el análisis bioinformático de las interacciones entre proteínas y herbicidas con los ensayos de exposición a herbicidas en líneas celulares a fines de avanzar en el entendimiento de los mecanismos moleculares y procesos celulares implicados en la toxicidad de estos compuestos.