Las crónicas periodísticas suelen centrarse o bien en la anécdota de si algún turista desprevenido manejó de forma criminal un fogón, o bien en las nefastas campañas de estigmatización de los gobiernos que acusan de los incendios a los pueblos originarios. No suelen posar el ojo sobre quienes se benefician económicamente de los incendios y que, por tanto, como en toda investigación de un crimen, debieran ser los principales sospechosos. Pero más allá del punto del origen del fuego, existen condiciones generales que van empujando a que se desarrollen estas catástrofes que, en el caso de Chile, se han cobrado en estos días más de un centenar de muertes, y a ambos lados de la cordillera miles de hectáreas devastadas.
También debemos decir que resulta erróneo atribuir únicamente esta mayor potencialidad al calentamiento global, dado que también tiene un efecto potenciador cualitativo la introducción masiva de especies que no pertenecen a los ecosistemas locales y que potencian la desertificación de los suelos y son altamente inflamables.
Una vez señalado esto, sí podemos señalar que la World Weather Attribution, la entidad conformada por climatólogos que tiene por objetivo dar cuenta de la vinculación entre el calentamiento global y los fenómenos extremos, da cuenta de que el aumento respecto de la temperatura de la era preindustrial ya generó que las condiciones para el desarrollo de incendios masivos se potencien en todos los continentes.
Podemos, para concluir esta contextualización de los incendios citar al artículo de Joëlle Gergis incluido en el “Libro del Clima” editado por Greta Thunberg:
“Cuanto más se caliente el planeta, más frecuentes y extremos serán los incendios. Con la extensión de la temporada de incendios a zonas y a períodos que antes fueron fríos, arderán más bosques, liberando cantidades enormes de carbono en la atmósfera, lo que incrementará aún más el calentamiento. Esta retroalimentación positiva es como presionar el pedal del gas de un coche. Los procesos complejos, no lineales, como la dinámica de los incendios (lo que incluye las caídas de rayos) son difíciles de controlar y de describir y simular matemáticamente, incluso con los modelos climáticos más avanzados. Por tanto, en la última generación de modelos, los ciclos de retroalimentación de carbono que amplifican el calentamiento, como los asociados a incendios, están ausentes o representados de forma incompleta. Es decir, los científicos no saben muy bien cómo influirá la retroalimentación en la trayectoria futura del calentamiento. Pero sabemos que, a mayor calentamiento, mayor riesgo de retroalimentaciones que se autorrefuercen y causen la inestabilidad del clima. Si el mundo logra limitar el calentamiento por debajo de los 2 °C, el riesgo de incendios destructivos se reducirá, y nuestros ecosistemas terrestres podrán reequilibrar el ciclo de carbono global y ayudar a restablecer la vida.”
(compartimos también el artículo completo)
Es en este contexto que resulta completamente a contramano de las “necesidades” y “urgencias” de los territorios impulsar leyes que favorezcan los incendios como está haciendo el gobierno de Milei.
Temporada de incendios en América Latina
Para tomar dimensión del fenómeno en que estamos inmerses, compartimos un listado (parcial y al 7/2) de incendios en lo que va del 2024 en la región de América del Sur:
Argentina:
Provincia de Buenos Aires:
Partido de Villarino: 250 hectáreas afectadas (enero).
Partido de Tornquist: 1.000 hectáreas afectadas (febrero).
Provincia de Córdoba:
Departamento de San Javier: 500 hectáreas afectadas (enero).
Departamento de Calamuchita: 300 hectáreas afectadas (febrero).
Provincia de Mendoza:
Departamento de Las Heras: 800 hectáreas afectadas (enero).
Chile:
Región del Maule:
Comuna de San Clemente: 5.000 hectáreas afectadas (enero).
Región de La Araucanía:
Comuna de Lumaco: 1.500 hectáreas afectadas (febrero).
Colombia:
Departamento del Meta:
Municipio de La Macarena: 2.000 hectáreas afectadas (enero).
Departamento del Guaviare:
Municipio de San José del Guaviare: 1.000 hectáreas afectadas (febrero).
Venezuela:
Estado de Barinas:
Municipio de Barinas: 300 hectáreas afectadas (enero).
Estado de Portuguesa:
Municipio de Guanare: 500 hectáreas afectadas (febrero).
Uruguay:
Departamento de Rocha:
Municipio de La Paloma: 100 hectáreas afectadas (enero).
Paraguay:
Departamento de Alto Paraná:
Municipio de Ciudad del Este: 200 hectáreas afectadas (febrero).
Bolivia:
Departamento de Santa Cruz:
Municipio de San Matías: 1.500 hectáreas afectadas (enero).
Perú:
Departamento de Cusco:
Provincia de Urubamba: 500 hectáreas afectadas (febrero).
Ecuador:
Provincia de Pichincha:
Cantón Quito: 300 hectáreas afectadas (enero).
Brasil:
Estado de Amazonas:
Municipio de Manaus: 1.000 hectáreas afectadas (febrero).
¿Qué medidas se tomaron en Chile y Argentina?
Medidas tomadas en Valparaiso:
Se movilizaron más de 5.000 brigadistas, 200 aviones y helicópteros, y 500 vehículos.
Se declaró zona de catástrofe.
Se evacuaron a más de 10.000 personas.
Se suspendieron las clases en las escuelas afectadas.
Se realizó una campaña de recolección de fondos para las víctimas.
Medidas tomadas Parque Nacional Los Alerces:
Se movilizaron más de 200 brigadistas, 3 aviones hidrantes y 2 helicópteros.
Se declaró el estado de alerta en la zona.
Se evacuaron a 200 personas de las comunidades rurales aledañas.
Se realizó una investigación para determinar la causa del incendio.
Medidas tomadas Parque Nacional Nahuel Huapi:
Se movilizaron más de 100 brigadistas, 2 aviones hidrantes y 1 helicóptero.
Se declaró el estado de alerta en la zona.
Se suspendieron las actividades turísticas en la zona afectada.
Se realizan tareas de combate y control del incendios.