jueves, noviembre 21, 2024

GENERALES

7/4 – Día Mundial de la Salud

Escribe: Clara – Ambiente en Lucha

Si bien en sus primeras definiciones la salud fue definida como un completo estado de bienestar y más influenciada por las visiones biologicistas, hoy en día es considerada como un proceso dinamico bio-psico-social de construcción colectiva y que incluye la atención y cuidado por parte de los sistemas de salud.

Determinantes sociales de la salud

La salud fue planteada como un derecho desde que los movimientos sanitaristas de mediados de sXIX reclamaron la intervención de los Estados en las precarias condiciones de salubridad generadas por la revolución industrial, en Alemania y Gran Bretaña para luego expandirse al resto de los estados modernos. Luego fue consagrado por la OMS y adoptado por 140 países en sus legislaciones. Sin embargo es un derecho sumamente vulnerado, especialmente en los sectores sociales y países más pobres, las condiciones económicas limitan el acceso de cientos de miles de personas al agua segura, saneamiento, alimentación saludable, vivienda, exponiéndolos a múltiples enfermedades, mientras el sistema de salud pública vaciado y  con diversas barreras de acceso se muestra incapaz de dar respuesta a estos problemas de salud estructurales, y directamente colapsa cuando surgen enfermedades nuevas o eventos inesperados como sucedió con la pandemia de Covid 19. 

La Organización Mundial de la Salud define los determinantes sociales de la salud (DSS) como “las circunstancias en que las personas nacen crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana”. Esto incluye variables como la cultura y el género, legislaciones y políticas sociales, sistemas económicos y políticos.

Alimentación

Considerando los DSS, podemos comprender a la Salud como problema colectivo, que excede lo individual. Tomemos el ejemplo de la alimentación, un aspecto fundamental de nuestra salud y constitutivo de nuestro cuerpo: somos los que comemos. Los principales problemas alimentarios tienen que ver con la carencia, desequilibrios o excesos en la ingesta de nutrientes de una persona, son la desnutrición, la malnutrición y el sobrepeso, obesidad y las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación (cardiopatías, hipertensión, diabetes, algunos tipos de cáncer, entre otros). Estas últimas son la mayor pandemia de este siglo, desplazando a las enfermedades agudas y transmisibles, en gran parte producto de un sistema alimentario basado en alimentos ultraprocesados y otros factores como el sedentarismo, falta de descanso, estrés, consumo de tabaco y alcohol. Todos estos problemas se presentan mayormente en sectores y países pobres. Es evidente que la alimentación es un problema de salud a escala mundial. Tenemos el desafío de construir un sistema alimentario que nos permita vivir en salud y en armonía con el ambiente que habitamos.

  • En 2022, cerca de 390 millones de adultos de 18 años o más en todo el mundo tenían un peso insuficiente y 2500 millones tenían sobrepeso u obesidad. Además, 390 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años tenían sobrepeso u obesidad, mientras 190 millones tenían un peso insuficiente.
  • 149 millones de niños menores de 5 años presentaban retraso del crecimiento, mientras que 37 millones tenían sobrepeso u obesidad.
  • Casi la mitad de las defunciones de niños menores de 5 años tienen que ver con la desnutrición. Estas muertes se registran sobre todo en los países de ingresos bajos.
  • La anemia es un grave problema de salud pública que afecta sobre todo a niños de corta edad, mujeres embarazadas y en fase puerperal y adolescentes y mujeres que menstrúan. A escala mundial, se calcula que padecen anemia el 40% de los niños y niñas de 6 a 59 meses, el 37% de las mujeres embarazadas y el 30% de las mujeres de 15 a 49 años

Salud mental

Otro aspecto que toma cada vez más preponderancia y exige que le prestemos más atención es la salud mental.  El contexto de incertidumbre política, crisis económica, despidos, crisis ambiental, sumado a cambios en las tecnologías y redes sociales, genera que cada vez más personas padezcamos trastornos de ansiedad, depresión, angustia y consumos problemáticos, mientras los sistemas de salud públicos nos brindan respuestas precarias e insuficientes. Nuevamente, no se trata de patologizar y estigmatizar a quienes padecen alguno de estos problemas, donde la única respuesta posible es la medicalización y el sufrimiento individual, sino de pensarlos como expresiones de un problema social: vivimos en un sistema que nos explota y nos enferma.

  • La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres. Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo, sufren de depresión durante el embarazo o el puerperio.
  • El gasto público mediano en salud mental en toda la región de América Latina y el Caribe es apenas un 2,0% del presupuesto de salud, y la brecha de tratamiento promedia el 70%, es decir, hay un 30% de personas que padecen trastornos y no acceden a tratarlos.

Salud, crisis ambiental y climática

Nuestra supervivencia y salud dependen del intercambio con la naturaleza, principalmente a través del aire que respiramos, el agua y alimento que consumimos y el contacto con otros seres vivos. Los factores físicos, químicos y biológicos que afecten al medio que habitamos, también afectan a nuestra salud. Frente a la crisis económica y el endeudamiento de los países subdesarrollados, los estados, dispuestos a todo menos a tocar las ganancias capitalistas, recurren a profundizar las actividades extractivistas, dejando pasivos ambientales como contaminación de las napas y los cursos de agua, deforestación y pérdida de la biodioversidad, contaminación del aire, de la tierra y los alimentos que consumimos. Se refuerza aún más el saqueo colonialista de los bienes comunes por parte de las multinacionales, convirtiéndonos en zonas de sacrificio, por ejemplo, para la supuesta transición energética de los países del primer mundo. La crisis climática producto de la actividad industrial y económica y la depredación ambiental, nos introduce a condiciones nuevas y desconocidas que amenazan nuestras condiciones de vida y que también profundizan las desigualdades estructurales. Ejemplo de esto son los eventos climáticos bruscos que vivimos en los últimos tiempos y la emergencia de virus y enfermedades nuevas. Otro aspecto para el cual no podemos encontrar salidas individuales, por eso nos organizamos junto a asambleas territoriales y el movimiento socioambiental para denunciar y exigir respuestas urgentes frente a estos problemas.

  • 13% de muertes en las Américas son atribuibles a los riesgos ambientales- 847.000 muertes al año
  • 1.55 millones de muertes en el mundo atribuibles a las exposiciones químicas.
  • Aproximadamente 28 millones de personas carecen de acceso a una fuente de agua segura, 83 millones de personas carecen de acceso a instalaciones de saneamiento, lo que provoca cerca de 30.000 muertes evitables por año.
  • La exposición a sustancias químicas tóxicas puede llevar a trastornos de salud crónicos y a menudo irreversibles, como defectos congénitos y del desarrollo neurológico y enfermedades asociadas con alteraciones endócrinas.
  • Los efectos de la crisis climática sobre la salud pueden ser, entre otros, un mayor número de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, la inseguridad alimentaria y la contaminación del aire, las amenazas para la salud mental y cambios en los patrones de transmisión de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue!

¿Y por casa?

Frente a este complejo panorama, tenemos en nuestro país un gobierno que además de negar la crisis climática, pretende reducir al Estado a su mínima expresión, y dejar la salud a merced del mercado. En plena epidemia de dengue, el Ministerio de Salud se encuentra completamente paralizado desde diciembre, ya que la prioridad es ejecutar los recortes prometidos en la planta de trabajadores y en las políticas públicas de alcance territorial. La vacuna contra el dengue no fue incorporada al calendario nacional de inmunizaciones y cuesta aproximadamente 200mil pesos. Las áreas de salud sexual y prevención de embarazo adolescente están siendo desguazadas por criterio ideológico, la educación sexual integral y el derecho al aborto legal seguro y gratuito bajo amenaza permanente, y la inflación, la ola de despidos, el recorte de planes sociales y de alimento a los comedores populares, así como el recorte de medicamentos y psicofármacos, solo pueden tener consecuencias devastadoras para nuestra salud integral. Es fundamental organizarnos junto a les trabajadores para frenar este brutal ajuste y desmantelamiento del sistema de salud, y exigirle a las centrales sindicales un paro general. 

Como muestran las cifras, el problema excede a nuestro país y circunstancias: el acceso a la salud como derecho es incompatible con este sistema social, por eso luchamos por un cambio de fondo. Desde los primeros movimientos sanitaristas, hasta los últimos derechos conquistados en nuestro país, en las calles y la organización, allí radica nuestra fuerza.

Fuente: Organización Panamericana de la salud.

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