Escribe: Nicolás Núñez referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista + independientes)
El periodismo tradicional habla de una “señal a los mercados”, un intento de apuntalar la “llegada de inversiones”, pero en los hechos, el arribo de Antonio Aracre a la Jefatura de Asesores del presidente de la nación implica la consolidación del rumbo que siempre tuvo el gobierno del Frente de Todos. Veamos.
Ex CEO de Syngenta, una empresa que responde a la estatal China National Chemical Corp (empresa nacional química del gigante asiático), hace meses Aracre había anunciado que iba a pegar el salto “a la política”, y las filtraciones del chat de “Lago Escondido” terminaron por encontrarle un lugar. Es que Julian Leunda, el antecesor en su cargo, tuvo que renunciar después de aparecer entre esos mensajes en los que funcionarios de Larreta, y otros mediáticos y judiciales organizaban sus viajes al territorio apropiado por Joe Lewis en Río Negro y hablaban criminalmente y sin tapujos de cuestiones como “limpiar un mapuche”. Vacante la silla, el peronismo terminó recurriendo al mismo banco de cuadros políticos al que supo recurrir el macrismo: el de los cabacillas de las multinacionales que son las verdaderas dueñas del país.
Syngenta es hoy en día la principal firma global dedicada a fabricación y comercialización de productos químicos agrícolas y de las principales alimenticias del planeta, después de ir absorviendo a multinacionales de semillas y químicas de peso. Incluso en Argentina, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia se vio obligada a objetar la fusión entre Syngenta y Nidera dado que: “Syngenta lidera el mercado argentino en la pre y post comercialización de semillas y detenta el 40% y 45% de las operaciones, respectivamente. En tanto, Nidera es la segunda operadora del mercado, con 15% y 20%, para el primer y segundo tramo. Alcanzan de manera conjunta el 60% de las operaciones de pre comercialización y 65% de post comercialización en nuestro país” (22/05/21). Es decir, se trata de una empresa con un rol estratégico en la producción de alimentos, en la determinación de precios, sea para exportación o para el consumo local, y en el desarrollo general de la expansión de la frontera agrícola a base de la ampliación del uso de agrotóxicos y la concentración de la tierra.
Creciendo a la sombra de la mucho más expuesta a las denuncias, Monsanto-Bayer, Syngenta sostiene sus ganancias sobre la base de un activo ocultamiento de la peligrosidad de alguno de los productos que vende en países como el nuestro, como la atrazina, un herbicida disruptor endócrino prohibido en 37 países, y que su empresa inventora, Geisy, no comercializa en su país de origen, Suiza (Nota Agencia Tierra Viva). La empresa que tuvo 36 años como empleado a Aracre tiene además su comercialización del glifosato que la Organización Mundial de la Salud señala como posible cancerígeno en humanos y cancerígeno en animales desde 2015. La idea de una “República Unida de la Soja” que en buena medida ordenó la extensión sin límites de la frontera sojera avasallando todo lo que tuvo en su camino (comunidades de pueblos originarios, bosques, selvas, producciones sustentables, así como escuelas y hogares fumigados), tuvo a Syngenta como promotora estelar.
En este contexto, no hay forma de afirmar en términos legales que puede no haber un “conflicto de intereses” al poner a un mercenario de este calibre en la cumbre del Estado. Pero en lo que hace a la orientación política, social, económica y ambiental en concreto que propone Aracre y la del gobierno del Frente de Todos, no existe ningún conflicto ni oposición en el rumbo a seguir. De hecho, ya en marzo del año pasado, este personaje había aprovechado su amplia instalación mediática para convertirse en un comprometido defensor del acuerdo alcanzado entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional, bancando de esa manera el brutal ajuste que se profundizó desde entonces sobre los hombros de los sectores populares.
“Puerta Giratoria” y distintos nombres propios para una misma orientación política
La designación de Antonio Aracre representa un ejemplo de manual de lo que se conoce como movimientos de “Puerta Giratoria”, en los que funcionarios intercambian puestos claves en multinacionales a otros en gobiernos, o viceversa, de forma, desde luego, de garantizar la más efectiva defensa posible de los intereses empresariales. Ahora bien, sería una completa ilusión pensar que el compromiso frentetodista con las multinacionales y grandes patronales del agronegocio, e incluso con el gobierno dictatorial chino, comenzaría recién ahora que Aracre pasaría a tener oficina propia en la Rosada.
Solo viendo más acá en el tiempo, tenemos los tremendos beneficios que Sergio Massa otorgó al sector de la mano del “dólar soja”. O bien, tenemos también el Proyecto de Ley de Agronegocio que fue incluída en el temario de las sesiones extraordinarias del Congreso, pero que ya lleva dos años rondando el recinto. Tenemos, por otro lado, el intento de trasladar las megafábricas de cerdos chinas a nuestro país, los nuevos endeudamientos por proyectos nucleares digitados desde Asia, o el propio ingreso a la “Ruta de la Seda”, para dar cuenta de que el compromiso del gobierno peronista con la dictadura capitalista china viene desde los orígenes su mandato. De hecho, solo por mencionar un único antecedente, podemos remitirnos al aval de Cristina Kirchner a la instalación de una base militar/espacial china en Neuquén, allá en 2015. Desde otra arista, podemos sumar que el blanqueo del vínculo con las cúpulas del agronegocio que implica este nombramiento, es completamente correlativo a la política que justifican sectores como Patria Grande de Juan Grabois, quien el año pasado había planteado que no tenía ningún empacho en andar “a los besos”, simbolizando acuerdos con el “Zar de la Soja”, Gustavo Grobocopatel.
La designación de Aracre, entonces, no es más que la coronación del rumbo que tomó el gobierno de Alberto y Cristina Fernández desde el día cero, solo que ahora pasaría a ser un poco más gestionada por uno de sus propios beneficiarios. Este señalamiento es imporante porque sectores que integran o están vinculados al gobierno nacional se sumaron al legítimo rechazo de la designación de Aracre pero tratando de intervenir en clave de interna del Frente de Todos. Con o sin Aracre, este es y será un gobierno pro-agrotóxicos, pro-extractivista, pro-multinacionales (chinas, yankys, europeas, lo que dé), y, sobre todo, pro-FMI. Nuestra denuncia a la designación de Aracre tiene que ser, al mismo tiempo, una denuncia a la política general de saqueo y depredación ambiental del peronismo en el gobierno. Así como también, un correlato de las luchas que ya estamos dando en todo el país contra las iniciativas que promueven sin grieta el Frente de Todos y la oposición patronal de Juntos x el Cambio.
En última instancia, el único gobierno que estará librado de los intereses de las multinacionales y el FMI, será un gobierno distinto, socialista, de la clase trabajadora y la izquierda, que junto a las comunidades planifique democráticamente el rumbo del país al servicio de las mayorías populares y en armonía con la naturaleza.