En el marco de la presentación de su libro “El campo como alternativa infernal – Pasado y presente de una matriz productiva ¿sin escapatoria?” (Imago Mundi, 2022), la investigadora del CONICET Cecilia Gárgano, brindó una entrevista a Página12. En esta, trazó la historia del extractivismo agrícola en el país.
De esta forma sostuvo: “En forma sincrónica, con un salto cualitativo a partir de la expansión del monocultivo de soja, Argentina encabeza el ranking de países que más han deforestado y que más plaguicidas utiliza.” Asimismo, dijo: “Eso que las comunidades denominan “agrotóxicos” y que las empresas y algunos ámbitos estatales llaman “fitosanitarios” ha generado la contaminación sistemática de aguas (incluidas las subterráneas de consumo), tierras y cuerpos. Mientras que estos efectos nocivos son socializados en forma compulsiva, las ganancias millonarias son apropiadas por una fracción sumamente concentrada.”
Además, expresó: “tampoco existen datos oficiales de las cantidades utilizadas de agrotóxicos, ni de su presencia en frutas y verduras. Una ausencia sistemática de datos que es la otra cara de la moneda que opera instando a la población que denuncia los daños sanitarios a generar evidencia causal y certera.”
Por último, cerró: “Los extractivismos no tienen licencia social. Lo vimos en Chubut, en Mendoza, en Mar del Plata, antes en Malvinas Argentinas. Ese reclamo, a medida que crece y se fortalece desafiando a estas políticas de la fragmentación recuperando desde abajo lo que es escindido desde arriba, es construido como una movilización “extranjerizante”, “elitista”, “de panzas llenas”, o bien es reprimido, como vimos en Andalgalá. Sin embargo, es un movimiento que tiene la capacidad de cuestionar la mercantilización de nuestras existencias y territorios vitales produciendo reapropiaciones de lo común. En eso radica su potencia.”
En línea con lo dicho por la investigadora, desde Ambiente en Lucha sostenemos que el modelo agroindustrial ya no da para más. Es necesario luchar por un ambiente sano, por alimentos de calidad, por suelos fértiles, por agua y aire puros, y por soberanía alimentaria.