jueves, noviembre 21, 2024

INTERNACIONALES

Objetivos de Desarrollo Sostenible: otra promesa pomposa incumplida

Escribe: Belén, estudiante de Derecho UBA.

Promediando el año 2022, al revisar la agenda que se plantea la auto reconocida comunidad internacional de Estados que integran las Naciones Unidas, nos encontramos con que estamos dentro del periodo correspondiente a la Agenda 2020 de Objetivos de Desarrollo Sostenible (también conocidos como “ODS”). Esta agenda y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que la componen, configuran un intento más de la Organización de las Naciones Unidas y los Estados que la conforman, de cumplir lo que ya no pudieron alcanzar en el decenio anterior, por medio de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Tanto los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio son planes acción con metas que se propone la Organización de las Naciones Unidas para alcanzar en un periodo de tiempo. Estos planes de acción surgen en el marco de la Asamblea General y son apoyados, en la mayoría de los casos, por la totalidad de los Estados que integran la Organización de las Naciones Unidas.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, fueron ocho objetivos establecidos en el periodo comprendido entre el 2000 y el 2015. Ellos iban desde “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”, hasta “Garantizar la sostenibilidad del medioambiente”. Estas visionarias metas no se cumplieron (y mucho menos en su totalidad) en el periodo comprendido.

Tras el fracaso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la “comunidad internacional” decidió intentarlo una vez más. En consecuencia, en el año 2015, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó, por medio de una resolución, la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta, apoyada por los 193 Estados que integran la Organización, se comprometieron a alcanzar, para el año 2030, 17 objetivos y 169 metas. A pesar de la aprobación de esta Agenda por medio del consenso unánime de todos los Estados, hay algunos que desde el primer momento calificaron la calificaron como utópica. Este es el caso de Rusia, quien declaró en numerosas oportunidades que la Agenda adoptada es una mera declaración de voluntades y deseos, para la cual no se toman las riendas en el asunto, ni se implementan medidas operativas para llevar a cabo. Lo cual también es el marco político y discursivo en que el gobierno de Putin lleva hoy adelante una guerra criminal contra el pueblo ucraniano, que con todas sus consecuencias globales hace aún más incumplible cualquier tipo de planificación de combate a los malestares sociales y ambientales.

Dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, varios se repiten, a pesar del cambio de título, de los frustrados Objetivos de Desarrollo del Milenio. Uno de ello es el relativo al ambiente. De esta forma, el Objetivo Nro. 13, titulado “Acción por Clima”, plantea poner fin al cambio climático y sus consecuencias de cara al año 2030.

Para entender el contexto en el cual se despliega este Objetivo, es necesario hacer mención del Acuerdo de París, el cual se firmó en el año 2015 y ratificado en abril de 2016, precisamente el Día de la Tierra. Resumidamente, este Acuerdo tiene como objetivo reforzar la respuesta mundial ante la amenaza del Cambio Climático, siendo su objetivo fundamental lograr que el aumento de la temperatura media global no sea mayor a 1,5°C. Dentro de las medidas que plantea para lograr este objetivo, se encuentra el aumento de los aportes financieros a la causa.

¿Por qué mencionamos esto? Porque nos encontramos en un periodo internacional signado por la vigencia de dos Acuerdos/Declaraciones que dicen venir a darle una solución al problema del Cambio Climático. Sin embargo, a 7 años de la firma de cada uno de ellos, la crisis climática se continúa agudizando y se encuentra cada vez más cerca de ser irreversible. Período, además, donde los países impulsores de estos acuerdos siguen ahogando económicamente a los países como Argentina, con la deuda externa y el saqueo de sus multinacionales.

Desde Ambiente en Lucha sostenemos que, a pesar de que las declaraciones están hechas, firmadas e incluso ratificadas, estas no son más que simples declaraciones con medidas obsoletas, la cuales no dan lugar a cambios de fondo. Al Cambio Climático no se lo frena ni revierte con la separación de residuos, con tomar duchas de 10 minutos, con apagar las luces cuando no están siendo usadas. Estas acciones llevadas a cabo por individuos suman, pero no hacen a la cuestión de fondo. La única medida de fondo para poner un freno verdaderamente al Cambio Climático implica un cambio en el sistema de producción.

El planeta no deja de darnos avisos, muestras de que la situación no da para más. El cambio debe ser radical y de fondo: el cambio del sistema de producción en post de uno sustentable fuera de la égida capitalista. Al Cambio Climático no lo vamos a derrotar con una política “verde” que se contente con tachos de reciclables en las esquinas, se lo derrota dejando fuera de juego a las multinacionales que producen sin escrúpulos, explotando y contaminando tierras, a las empresas ganaderas que, por la forma de cría de sus productos, con el único objetivo de vender, contaminan el aire y las tierras. Una vez más, la salida es socialismo o catástrofe.

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